jueves, 25 de septiembre de 2008

Una problemática que se arrastra del pasado

Hace años atrás, veinte para ser exactos, a Humberto Maturana le plantearon una pregunta para desarrollar: "¿La educación actual sirve a Chile y a su juventud?, y en caso de respuesta afirmativa, ¿para qué o para quién?". A lo que Humberto Maturana decidió anteponer otras preguntas cuestionando incluso en primera instancia ¿Para qué sirve la educación?:
"Quiero empezar con el 'para qué' por una razón muy simple. porque si uno se pregunta ¿sirve la educación actual a Chile y a su juventud?, uno está haciendo la pregunta desde el supuesto de que todos entienden lo que la pregunta pide. Pero ¿es cierto eso? La noción de servir es una noción relacional; algo sirve para algo en relación a un deseo, nada sirve en sí. En el fondo la pregunta es ¿qué queremos de la educación? Pienso que uno no puede considerar ninguna pregunta sobre el quehacer humano en lo que se refiere a su valor, a su utilidad, o a lo que a uno puede obtener de él, si uno no se pregunta lo que quiere. Preguntarse si sirve la educación chilena exige responder a preguntas como: ¿qué queremos con la educación?, ¿qué es eso de educar?, ¿para qué queremos educar?, y, en último término, a la gran pregunta: ¿qué país queremos?" (Emociones y lenguaje en educación y política, Humberto Maturana).
¿QUÉ PAÍS QUEREMOS?, nos preguntamos también después de veinte años de distancia entre esa pregunta que plantea Humberto Maturana y la que nosotros volvemos a replantear. No ha cambiado ninguna letra de aquella pregunta, pero sí parece que el polvo del tiempo la hubiese encubierto de tal forma que no la observamos antes, o quizás el montón de cosas que compramos a diario para darle sentido a esta vida le tapó. La mercadería del mes, la tele nueva, el celular, este mismo internet, o la misma educación como bien de consumo.
Hay que construir nuevos espacios de reflexión, integrar a la comunidad, hacerles participar de esta gran interrogante.
La dramaturgia consciente de esto es una llave para la construcción de nuevos planteamientos, para cuestionar nuestras habituales estructuras, las que asociamos como nuestras y por tanto no criticamos. La dramaturgia consciente de esa acción hará todo lo posible por movilizar la "verdad" del poder a la participación social, a plantearnos entre todos ¿qué país queremos tener?. Y mientras nos planteamos esa pregunta, mirarnos a los ojos y preguntarnos ¿de qué forma hemos llegado a vivir como vivimos que no sabemos qué país queremos tener? Porque no queremos ser parte de un país donde vivamos envueltos en la respuesta de ¿qué país queremos tener?, sólo contestada por algunos, viviendo para ellos, para su país, y no en un país que de verdad sintamos nuestro.
Entonces "Dramaturgia en emergencia" ve la acción urgente de escribir sobre el país que somos y el que nos gustaría ser.

2 comentarios:

vero dijo...

¿que educación quiero?

Una que pelee, prefiero una crisis constante,no prefiero esto que esta pasando ahora.

Ya dejaron de escucharse gritos, estarán estudiando los que salen a la calle o estaran...

Una dramaturguia en emergencia...

para esa respuesta.

gudnait. Maximo.

Libre.Máximo dijo...

Libre.Futuro.Maximo.blogspot.com