martes, 23 de septiembre de 2008

Dramaturgia como una necesidad

¿Cómo es que todo esto empezó?
Ya me acuerdo. Corrían al menos los cuatro primeros meses del año 2008 y ya se presentaba en el aire una extraña sensación. No hablo de lacrimógenas, aunque éstas bien ayudaron a entorpecer aún más el asunto, hablo de una nueva organización estudiantil (que ya venimos escuchando desde hace rato como un eco incesante de algo que se quiere decir y que no se ha tomado en cuenta), ahora cuestionando la ley de educación que modificaría la antigua ley, dejando en el pasado aquella anquilosada ley que fue vendiendo poco a poco la educación. Sí, la LOCE. Ahora: LGE. Esta nueva ley sólo ofrecía finalmente cambiar una pésima ley por la misma anterior algo modificada, o sea, las alternativas para el país pasaban de ser escoger algo pésimo por otra cosa igual de pésima. Pero en fin, la ley finalmente se aprobó y aquí seguimos otra vez, disfrutando de los placeres del capital. ¿Cuáles? o ¿quiénes disfrutan realmente de ese placer?
Sí, la ley es la ley y corre parejita para todos. ¿Pero quiénes redactan las leyes, y digo, esas leyes que después nos involucran a todos para cumplirlas?
Parece que las leyes son sordas tal cual como un libro, que ante un lector que no entiende lo que lee y que pregunta a este libro por lo que no sabe, termina no obtiene respuestas. Pero un libro, que antes fue árbol, no tiene vida más que las ideas o sentimientos volcados por alguien en él. Pero un poder que tiene la capacidad de escuchar a su pueblo descontento por todo lo que le parece injusto y sin sentido, tiene por deber dar respuestas justas y soluciones que hagan cobrar sentido a la vida de un pueblo.
Cansados ya de este silencio. Cansados de no tener una voz tan fuerte como la de un matinal de televisión. Cansados hasta el astío. Es así, que sentimos la necesidad como creadores teatrales, entre medio de toda esta confusión, entre medio de toda la desinformación, entre medio de piedras y "guanacos" (me resulta más inofensivo el animal que te agarra a escupos), entre medio de todo esto, es que decidimos (hablo de Cristian y de mí) hacer un llamado a la creación de escrituras de pequeños formatos teatrales que reflexionaran en torno a la temática de la educación (en Chile) más allá de ilustrar las movilizaciones estudiantiles, sino que para más bien construir debate frente a la necesidad popular de educarse, preguntándonos también ¿cuál es la educación que queremos tener?
Así es como "Dramaturgia en emergencia" surge de la necesidad de cuestionar los hechos actuales de nuestra sociedad otorgando nuevos puntos de vista sobre los mismos, como dramaturgias, como ideas que se resisten a la mirada oficial.

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